Ganó la guerra al silencio cobarde, a la negrura del vacío, una tarde de 1955 en que les reveló el increíble poder del alma a un montón de artistas y amigos.
Y lo afirmaron con los ojos. -Estamos todos en ésto- En este mundo cargado de arte y de luz. Vibrando en este sótano frío con cada despojo de su fuego. Tortura que se consume en palabras, y se hace cenizas, y recuerdo, e inspiración latente en cada oyente.
Caigo enternecida a esos ojos de niño detrás de gruesos lentes y largos años de borrar tristeza con su máquina de escribir. Es que es tan simple. Un poema a cambio de un golpe. Y así se purifica el universo.
Los intentos inútiles de quienes quisieron callar su voz, quedarán en el recuerdo sólo como escalones pisoteados. Parte del camino ondulado. Santos los ciegos e ignorantes que se interpusieron en su camino. Sin ellos el mundo seguiría igual de triste. Ausente Allen en las librerías, ausente en las mentes, ausente en la historia. Ausente en mi vida. Ausente en las fotos de Burroughs sacadas con su Kodak Retina. Ausente en el Hotel Beat, y en los libros que se venden ahora por Amazon. Ausente en el cine. Ausente en el inconsciente colectivo de los amantes de la poesía y del sexo y de París, Benares, Nueva York… Su huella está ahora en rincones sagrados del planeta, que lo vieron enamorarse innumerables veces de hombres que jamás le devolverían ese amor tan profundo. Que lo vieron esconderse de sus propios deseos hasta estallar en arte puro y sincero y poderoso. Golpeando contra todo y contra todos, abriendo un camino luminoso a su paso. Que lo vieron prometer que no sería él mismo sino algo más. Perder absolutamente todo, durante la pronunciación de esa promesa. Que lo vieron bailando a orillas del mar consciente de la música que provenía de las olas, y de los sabios que le rezaban a sus muertos. Que lo vieron inspirarse hasta las lágrimas con la locura de su propia madre hospitalizada, y con las llamas del infierno que invadían todos los días las calles, y las casas y las plazas; concurridas por homofóbicos, racistas, artistas, niños, locos, enfermos y vagabundos.
Afirmo con total convicción que me sostengo la pollera y me aventuro en ese infierno, y me entrego a la experiencia de ser iluminada por sus versos. No me importa que sea infierno; lo elijo ante la opción insípida de un cielo en paz, vacío de poesía beat.
¿Cuándo alcanzaré la capacidad de estar desnuda en mi cama sin ninguna identidad más que mis propios pensamientos? Yo no soy solo yo, sino miles de cosas más.
Lápiz y papel a mano para no enmudecer. Escuchar el silencio que llenamos con cada respiración. Cada segundo que pasa creamos algo de la nada. El vacío ya no existe. La voz es aullido. Ya no hay manera de negar la sobrenatural extra brillante inteligente bondad del alma.