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martes, 23 de agosto de 2011

Howl - Allen Ginsberg


Amor, Amor, Amor, Amor, Amor, Amor, Amor, Amor, Amor, Amor, Amor, Amor, Amor, Amor, Amor, es todo lo que encuentro en sus palabras. Las obscenas, las libres, las santas. Revolución hecha poesía. Con una flor de loto en la barba, y miles de ideas sinceras invadiendo su templo. Maravillosa la luz del atardecer que ilumina sus hojas recién escritas a través de la ventana. La calidez, la pared, la textura, la tinta, el día haciéndose tarde, los segundos imprevisibles que se avecinan, y que pasan como si fueran agua por sus años. Los libros leídos, su olor, su tiempo impregnado en las tapas cubiertas de polvo. Millones de sueños de flores, de asfalto, de budas poetas, y viajes por la ruta. El revelado de una foto, lento y mágico. Y el jazz del inconsciente, la locura aceptada, y amada, y sacudida. Los amigos muertos. Su legado, sus promesas, sus poemas. Amando al mundo que lo margina sin piedad. Que no entiende, que censura, que ignora. Que haya luz. Que haya honestidad. Que su voz se escuche en todo el mundo como música. Como el lenguaje universal que nos libera de todo lo que haga falta liberarnos. Que resuene el eco de sus lecturas en cada mantra. Él está ahora en la cuenta número 109 de mi japa mala, y en todas las vistas de todas mis ventanas. Ciegas como los ojos de Moloch. Está bailando en la tumba de Rimbaud y en los surcos de los discos de Patti, y estará sin duda en mi próxima primavera. Cuando llegue al fin al número primo perfecto y comprenda que fueron 365 días de reconciliación con un mundo que conozco hace tiempo, pero nunca vi tan claramente, como ahora de su mano. (De sus manos)
Ganó la guerra al silencio cobarde, a la negrura del vacío, una tarde de 1955 en que les reveló el increíble poder del alma a un montón de artistas y amigos.
Y lo afirmaron con los ojos. -Estamos todos en ésto- En este mundo cargado de arte y de luz. Vibrando en este sótano frío con cada despojo de su fuego. Tortura que se consume en palabras, y se hace cenizas, y recuerdo, e inspiración latente en cada oyente.
Caigo enternecida a esos ojos de niño detrás de gruesos lentes y largos años de borrar tristeza con su máquina de escribir. Es que es tan simple. Un poema a cambio de un golpe. Y así se purifica el universo.
Los intentos inútiles de quienes quisieron callar su voz, quedarán en el recuerdo sólo como escalones pisoteados. Parte del camino ondulado. Santos los ciegos e ignorantes que se interpusieron en su camino. Sin ellos el mundo seguiría igual de triste. Ausente Allen en las librerías, ausente en las mentes, ausente en la historia. Ausente en mi vida. Ausente en las fotos de Burroughs sacadas con su Kodak Retina. Ausente en el Hotel Beat, y en los libros que se venden ahora por Amazon. Ausente en el cine. Ausente en el inconsciente colectivo de los amantes de la poesía y del sexo y de París, Benares, Nueva York… Su huella está ahora en rincones sagrados del planeta, que lo vieron enamorarse innumerables veces de hombres que jamás le devolverían ese amor tan profundo. Que lo vieron esconderse de sus propios deseos hasta estallar en arte puro y sincero y poderoso. Golpeando contra todo y contra todos, abriendo un camino luminoso a su paso. Que lo vieron prometer que no sería él mismo sino algo más. Perder absolutamente todo, durante la pronunciación de esa promesa. Que lo vieron bailando a orillas del mar consciente de la música que provenía de las olas, y de los sabios que le rezaban a sus muertos. Que lo vieron inspirarse hasta las lágrimas con la locura de su propia madre hospitalizada, y con las llamas del infierno que invadían todos los días las calles, y las casas y las plazas; concurridas por homofóbicos, racistas, artistas, niños, locos, enfermos y vagabundos.
Afirmo con total convicción que me sostengo la pollera y me aventuro en ese infierno, y me entrego a la experiencia de ser iluminada por sus versos. No me importa que sea infierno; lo elijo ante la opción insípida de un cielo en paz, vacío de poesía beat.
¿Cuándo alcanzaré la capacidad de estar desnuda en mi cama sin ninguna identidad más que mis propios pensamientos? Yo no soy solo yo, sino miles de cosas más.
Lápiz y papel a mano para no enmudecer. Escuchar el silencio que llenamos con cada respiración. Cada segundo que pasa creamos algo de la nada. El vacío ya no existe. La voz es aullido. Ya no hay manera de negar la sobrenatural extra brillante inteligente bondad del alma.

lunes, 22 de agosto de 2011

Howl - Allen Ginsberg

►Unskilled

In the middle of the night
I lie in the silence of unfound words.
As the poetry in my head moves with ease,
but it does not even touch my fingers.
I get up and start to write, helplessly.
I only notice the ligh on my legs, that warms my skin while I blame the winter for its dryness,
my turntable, so still in the darkness of the livingroom,
my records, my books, the unlit candles,
the lights from the sleeping city outside my balcony,
but no trace of the poetry that kept me awake.
Only the memory of a friend of her.
His eyes behind thick glasses and a shy smile.
His conclution: "Poetry is that time of night, lying in bed, thinking what you really think, making the private world public, that's what the poet does."
I was thinking what I really think.
I still don't know how to make it public.
I'll keep on trying.

viernes, 19 de agosto de 2011

Just Kids - Patti Smith


Volvíamos juntas a sus 20 años, en una casa con ventanas amplias, con maderitas blancas, y un día hermoso afuera. Ahora, en mi lucidez, asumo que era la casa de sus padres, pero pudo haber sido cualquier otro lugar, en cualquier otro tiempo.
Tenía pestañas de caballo y el pelo pajoso y despeinado.
Y una sonrisa que no se le borraba de la cara con nada.
No quería dar detalles del guión que está escribiendo para la película de su vida.
Pero charlábamos. No recuerdo nada, pero charlábamos de todo.
Y nos reíamos.
Y yo trataba de contener las lágrimas, pero no podía.
Lloraba. Y lloraba cuando me desperté.
Y traté de volver a dormirme, de volver a esa casa.
Traté de memorizar sus pestañas, tan extrañas, tan largas, tan negras.
Sabía que no iba a volver a dormirme aunque lo intentara.
Son esas cosas que uno quiere demasiado, y por eso nunca pasan...
Me di cuenta que los años no habían pasado en su mirada, pero sí en su pelo y en sus palabras.
No habían pasado en sus manos, ni en su camisa blanca.
Era todavía una niña para mí.
Pero ya había logrado todo lo que la convirtió en mi heroína.
Una niña que charlaba conmigo en mi sueño.

lunes, 1 de agosto de 2011

Just Kids - Patti Smith / Howl - Allen Ginsberg


A todos los actos ajenos que me inspiraron. A todas las canciones que cambiaron el mundo, a todos los aullidos que rompieron barreras, a todas las voces que se alzaron veloces contra el tiempo y la historia.
A quienes se colgaron de la rueda y no se quejaron de los malos tiempos. A quienes supieron reconocer el vaivén del éxito y quienes encontraron genios en los rostros desesperados de algunos soñadores por los que nadie dio un centavo.
A todas las palabras que ya nos dijimos y al miedo de las que nunca podremos pronunciar. Que son tan valiosos como las mismas palabras que se perdieron en el desuso cobarde del momento que dejamos pasar. A todos los sabores que aprendimos a recrear con la magia del lenguaje.
A todos ellos, regalo los pocos efectos que se desprendan de mis decisiones acertadas. Mi valioso karma. Mi después en blanco.
Firmo con sangre que es sólo por arte,
que me encierro a escribir mi falta de sueño, y de tiempo por delante.
No tengo razones, solo me mueve el infinito que hay dentro de mi cabeza, producto de imágenes tan poco mías que asusta recordarlas con tanto amor.
Esas calles. Cuando estuve ahí, ya había estado antes.
La misma música que hoy suena en cada paso que doy para poder volver.
Protejo en papel, los surcos que guardan su genialidad. Los limpio, los beso, los leo. Y vuelvo a caer en el lago. Vuelvo a volar con los pies descalzos de su mano. Vuelvo a encontrar un libro en el estante menos pensado. Vuelvo a mirar las nubes desde arriba.
Pronto las palabras dejan de aparecer, los párpados pesan, y el tiempo corrió demasiado.
Nunca podría estar menos estática que ahora. Que algunas de sus palabras me señalan el camino.
Para moverme con soltura. Para olvidarme de la ola.