Recent Posts

martes, 15 de septiembre de 2015

El Pasado - Alan Pauls

Compartir esa turbulenta y apurada ola de emociones que dispara un párrafo perfecto, es un privilegio que no todos los amigos tienen. Yo lo tengo con mi amiga Cele. Mujer que admiro y siento cerca, más cerca que algunas amigas a pocas estaciones de tube de distancia.
Alguien me dijo hace poco "a ponerle pilas, trabaja más por tus objetivos, ya hace 2 años que estás ahí..."
Yo digo "trabajá para abrazar tu presente, las vidas de todos están llenas de obsequios, ya tenés razones para sentirte orgulloso, agradecido, privilegiado, exitoso. Trabajá para abrir los ojos. Y ver lo que está. No lo que te falta. Eso siempre es muy fácil de visualizar."

lunes, 14 de septiembre de 2015

El Pasado - Alan Pauls

Leer con una lapicera entre las hojas,
ahí lista para adueñarnos de esos párrafos fascinantes
de los que nos hubiera gustado ser creadores.
Recuerdo esa sala del museo, en la ciudad de los libros
donde aprendí a dejar marcas como cicatrices
sin culpa
puro placer
Yo te lastimo libro mío
Tal vez por venganza
Ayer me hiciste llorar
Cuando al abrir la puerta me encontré con la valija de mi novio
lista para partir a Holanda
Y me vi tentada de esconder una carta
como Sofía,
entre el traje que dobló perfectamente para usar en el casamiento de su padre
y la pila de calzoncillos.
Lo vi abriéndola en medio de una habitación de hotel estándar
La carta plegada prolijamente dentro de un sobre azúl lavanda
escrita en un inglés ajeno
-el único común a los dos-
algo especial que no hubiera dicho ninguna de esas noches de confesiones apuradas.
Pero como pasa a veces en esas frases largas de Alan Pauls
en donde el volúmen de las palabras es el producto de una conjunción entre los hechos de la historia y las posibilidades que alguna vez imaginó el autor para sus personajes
-o las que sus personajes imaginan para ellos mismos-
lo de la carta en la valija nunca pasó.


viernes, 11 de septiembre de 2015

El Pasado - Alan Pauls


<No había roturas. Nada se había marchitado. Pasaban largas temporadas sin hacer el amor, es cierto, pero ni siquiera entonces la palabra "deterioro" parecía oportuna: el sexo nunca había tenido una importancia especial para ellos. Una noche -estaban en la cama: Sofía ya dormitaba, Rímini perseguía fragmentos en un libro con la linterna-lapicera que ella le había regalado-, Sofía rodó sobre la almohada y, como gestando su último aliento de vigilia antes de sucumbir al sueño, lo contempló con ojos como ranuras y le sonrió con tristeza, con el desaliento que inspira algo muy bello y muy inservible, y cuando él quiso pedirle una explicación, iluminándola con la lapicera-linterna, ella giró y le dio la espalda y estuvo un rato maniobrando con el mentón y la mejilla sobre la almohada, como un animalito que se acomoda, hasta que de pronto, como si soñara en voz alta, murmuró: "Somos una obra de arte.">