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viernes, 19 de septiembre de 2014

Kaddish - Allen Ginsberg


"It's the soul that makes the style the tender firecracker of his thought / The amity of letters from strange cities to old friends and the new radiance of morning on a foreign bed" 

I

El cuerpo cumple un ciclo más y la libertad es todo lo que respiro lo que me alimenta lo que me eleva.
Liviana como la sal me mueve el viento pero ya no estoy perdida tal vez nunca lo vuelva a estar en mi vida. Cada vez más simple, cada vez más pequeña, cada vez más efímera esta vida, se acerca el final cada día y sin preguntarme para qué, la vida al arte jamás será cuestionable.
Cuando noté que puedo crear con los ojos cerrados antes de irme a dormir las ataduras se anularon de mi mundo, desaparecieron las barreras y las manos y el fuego lo son todo.
Quisiera escribirte un poema durante horas Allen, como si pudiera contenerte en el tiempo o en medidas de tinta, de dolor de músculos, de hojas de papel, de noches de insomnio, sos tan eterno y enorme niño sabio poeta las letras de tus legados son pura belleza.
Cómo agradecerte el efecto que tuvo tu aullido en mis rodillas, señales que rompieron cadenas, que abrieron mapas, que acercaron fronteras. Cuadernos que se llenan de notas y lágrimas, palabras que se repiten una y otra vez como días de lluvia en Londres.
Ya no le tengo miedo a la muerte ni al tiempo porque todo es poesía. Kaddish, Naomi, el camino, las estrellas detrás de esa niebla espesa, si puedo imaginarlas existen.
Angeles y magia sagrada. Ese alma que se fue dejó al cuerpo sonriendo. El hospital frío y terrorífico, el miedo de tocar esas manos y que ya no haya vida en ellas.
Te siento eterno y joven ahora Papá, aunque nunca te haya visto así de libre en mi vida, ahora sos luz. Lito, con tus libros de Confucio y tus casettes de Edmundo Rivero. Vino tinto en los lunares rojos de tu piel. Ya no hay soledad en tus ojos, ya no hay amor que esconder, ya no hay ojos, ya no hay piel, tus cenizas en el mar, en la arena, en el viento, en el pelo, en el muelle, en las fotos, en nosotros.
Ahora con tu Rolleiflex en mi cintura soy yo misma. Con las muñecas sintiendo la frescura a lo alto, del aire sobre todas las cabezas, soy yo misma. La música constante en mi dormitorio, soy yo misma. Invocando sentada bajo los cerezos en el parque, soy yo misma. Tus pequeños poemas de soñador serán siempre el reflejo eterno de quien fuiste sin querer. Sin querer fuiste artista. Sin querer fuiste un rebelde. Sin querer fuiste santo. Sin querer fuiste dulce.
Ahora camino por la calle con un libro en la mano. La vida me rebalsa. Me llena y me vacía. Pienso en tus fotos donde vi el resto del mundo por primera vez. Éste es mi padre quien quiso conocerlo todo? Éste es mi padre quien quiso verlo todo?

Muchas veces soñé con que alguien me retratara. Porciones pequeñas de días y tiempo que me hacen a mí. Pero solo yo lo veo. Y solo yo existo ahí, y solo yo puedo ofrecerlo.
Gracias por abrirme el alma, por las herramientas que son medio entre mi ser y el Universo. Mis cámaras. Gracias por enseñarme a valorarlas cuando no me fallan y a dejarlas ir cuando cumplen su ciclo. Fuiste vos, ser mágico e invisible, la puerta a mis sueños y a mi voz. Me recuerdo pequeña e inexperta, libre y feliz con mi cámara barata de visor directo, plástico negro, y las fotos con dedos en los bordes, mis amigos, el bosque, el campamento, la ciudad, la nieve, mis perros, yo nacía.

Y ahora descubri que tal vez uno de los peorres errores que cometí fue haber tirado a la basura esos rollos sin revelar donde sé que te fotografiaste en tus ultimas semanas de vida. "Llevalos al laboratorio" me pediste, pero yo no tuve tiempo, y después vos no tuviste más tiempo. Y los tiré a la basura. Miedo de verte enfermo, miedo de ver tu cuerpo con cancer muriendo la espalda desapareciendo los huesos saliendo hacia afuera las piernas hinchadas de agua.
Ojalá pudiera ver esas fotos ahora. Tu mundo y el dolor de tu mundo. Tu cuerpo volviéndose amarillo hasta desaparecer en el mar.
No me arrepiento del miedo. No me arrepiento del asco. No me arrepiento de haberte mirado y saber en un segundo que ibas a morir pronto.

II

Sentada en un café en la vereda, un día hermoso, parece Septiembre en Buenos Aires, pero es Septiembre al otro lado del mundo. Hoy es primavera solo para mí. 22 grados. A veces pienso que cuando levante la cabeza voy a verlo a Mariano caminando por la vereda de enfrente, con sus ojos azules y su pelo largo, mirándome y sonriendo con sus ojos azules.
Ojalá pasara caminando por acá Thurston Moore. Le pediría que se siente conmigo en la mesa y me cuente historias de Allen Ginsberg. Podría apreciar en su mirada el pasado y el arte, y la azulidad en su voz calma.
Truenos y relámpagos interrumpen mi almuerzo en esta falsa primavera. Ahora la lluvia cae sobre el techo de madera y apenas me muevo se me moja la pollera y me entra agua por los agujeros de mis viejas zapatillas de lona.
Church Street hermosa, las gotas rebotando sobre el asfalto, convirtiéndose de a poco en granizo. Los pequeños locales aún se ven cálidos detrás de la lluvia, fuera de foco, lucecitas naranjas, este barrio tan lindo donde soy libre. Donde le perdí el pudor de las palabras, donde la poesía es manufacturada por los árboles como Allen hubiera querido.
Tengo 26 y el agua me hace más simple y fluyo recordando Buenos Aires bajo el agua en verano, sin paraguas, no existen los paraguas ahí. Y allá no se filtra el sol entre las nubes como acá, que no se explica cómo es que llueve si los rayos de sol me queman la espalda y proyectan con tanto contraste las gotas de la ventana sobre las hojas de mi cuaderno.
Que extraño ahora encontrarme con caras conocidas en medio del Soho en Londres. Festejar mi cumpleaños en el mismo lugar de los viernes con amigos, lugares que son cada vez más míos. No tengo apuro, no tengo urgencia, esto no termina aún y ya casi no distingo dónde empieza. Pero siempre que escuche Bob Dylan voy a querer dormirme vestida sobre la alfombra bajo el sol.
Anoche los zorros en el jardín me dieron miedo. Camino por el medio de la avenida desierta, los parques oscuros a ambos lados me invaden amenazantes. No es familiar este lugar. No como la niebla en Albion Road, o el 73 lleno de jóvenes un sábado a la noche. No como Abney Park con sus rejas cerradas o el fuego al lado de los sillones de The Lion.
Cada día descubro con más claridad quién quiero ser. Y pienso entonces en Patti, iluminada por la luz que entra por la ventana en su loft de Nueva York. Central Park, y el hambre y los amigos que son ángeles. Los poemas cubriendo el piso, cubriéndose de polvo.
Con un sutil movimiento de la oyster entro y salgo del subte. Me muevo, aprendo.
Entonces hoy con 26, me busco un mejor trabajo, brindo con mis amigos, decido quien soy. Recibo girasoles y digo GRACIAS.
Universo inmenso y poderoso creador de piedras brillantes y coloridas, en el museo, hermosas, como mi abuela pintando mariposas. En los colores complementarios está Dios.
Horas y horas pensando, meditando, mirando a mi alrededor y tratando de asegurarme, es ésta mi vida? Es ésta vida llena de poesía, mía?
Los pubs hora se llenan de gente. Baja el sol. Una cerveza fría en este falso verano. La temperatura aumentó y mi pollera ahora es demasiado calurosa para hoy. Quiero ir a tomar un cocktail a uno de mis sótanos preferidos pero aún no me muevo. El sol sigue bajando y las calles se siguen llenando de gente como si esto fuera la peatonal de Villa Gesell.
Ayer conocí a una chica española igualita a Adele. Blue is the warmest color. "Ay pero con lo guapa que es!" me dijo poniéndose colorada.

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