<No había roturas. Nada se había marchitado. Pasaban largas temporadas sin hacer el amor, es cierto, pero ni siquiera entonces la palabra "deterioro" parecía oportuna: el sexo nunca había tenido una importancia especial para ellos. Una noche -estaban en la cama: Sofía ya dormitaba, Rímini perseguía fragmentos en un libro con la linterna-lapicera que ella le había regalado-, Sofía rodó sobre la almohada y, como gestando su último aliento de vigilia antes de sucumbir al sueño, lo contempló con ojos como ranuras y le sonrió con tristeza, con el desaliento que inspira algo muy bello y muy inservible, y cuando él quiso pedirle una explicación, iluminándola con la lapicera-linterna, ella giró y le dio la espalda y estuvo un rato maniobrando con el mentón y la mejilla sobre la almohada, como un animalito que se acomoda, hasta que de pronto, como si soñara en voz alta, murmuró: "Somos una obra de arte.">
Lilting
Hace 10 años
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